miércoles

V


Para que dos se condenen basta una mirada. 
Para que se reconozcan y se palpen, 
para que sepan santo y seña, 
para que dialoguen, para que callen,
vociferen en el idioma sin palabras del pecado. 
Para que lo compartan con ese lazo indisoluble 
e irrenunciable de la culpa gloriosa, 
la que proviene del pozo sin fondo del deseo, 
que solamente es hambre e instinto
  como tus ávidas manos
Una mirada sola.
 No hace falta más para perderse 
y –¿por qué no reconocerlo de una vez?– 
también para salvarse irrevocablemente.



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Texto:  Las Violetas son flores del deseo ~ Ana Clavel. 
Imagen: Follow me ~ Murad Osmann. 

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