miércoles

Paseo alemán.

     Primero que nada quiero agradecer al Emperador de P.D.F.  por permitirme traer la idea de lo que les publico  primeramente allá a mi blog personal; sin él creo que varías cosas no serían realizables ni estarían presentes de este lado del blog. 


Existen diversas cosas que me apasionan uno de ellos es la cultura alemana y otro es la muerte. 
A grandes rasgos eso es lo que me gusta más que otras cosas así que para continuar con las ideas que tenemos para este lugar hoy vamos a hacer un paseo alrededor de la muerte no importa que la naturaleza del ser humano sea el buscar la forma de inmortalizarse a costa de su propia vida. Pocos lo logran, y cuando se repite su nombre o temblamos o lo recordamos con agrado. Pensemos en la persona que más amamos y por el lado opuesto pensemos en José Luis Calva Zepeda, sí, sí es "el caníbal de la Guerrero". Ambos esconden todo un universo oculto bajo sus nombres.


Al nombrar a Hitler generalmente nos producirá una sensación de displacer por recordar las acciones que lo llevaron a la cima; el libro que este día les recomiendo es precisamente uno que combina muerte y alemanes de una forma muy distinta a las típicas novelas que muestran el mundo de la Alemania nazi; pero en particular esta se maneja desde la vista de una ladrona de libros y como sobrevive a la peste de la muerte que se propaga por su nación.


La ladrona de libros
Autor: Markus Zusak
Título original: The Book Thief
Editorial: Lumen
Año publicación: 2007


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©® P.D.F. 2011
Oz disfruta de tu "L" is for Five

L en 5 min



2. 
         Imaginemos que un día decides comprar un libro, vas a la librería Universal, Ande·a, Universitaria o a la que tu más prefieras; entras y observas los libros para ver cual es el que te convence por que quieres un libro que hable como de inserte aquí su tema favorito o de inserte aquí su tema favorito 2 y probablemente se acerque una persona y te pregunte: ¿Cómo que estabas buscando? Entonces te enredas explicando lo que deseas leer.
O lo más factible es de que tomes un libro, que te atraiga visualmente, titularmente, autoralmente, recordatorialmente y todo lo posible que termine en mente. Supongamos que por causalidad o casualidad tomas el libro de Italo Calvino y lees la contraportada, para descubrir que dice poco o nada de la obra – si tan sólo pudiera leer un poco – piensas – y así quedas hechizado. Decides comprar el libro por que esperas que hable de una viajero que una noche de invierno inserte aquí un acontecimiento.


Cuando al fin lo tienes en tus manos, y con mas calma, rompes el plástico que lo envuelve; lo abres en el primer capítulo y descubres que habla sobre una persona que entra a una librería y compra un libro llamado Si una noche de invierno un viajero. Y te sonríes.
Te sonríes por que precisamente eres esa persona que ha entrado a una librería a comprar ese libro y se dispone a leerlo; pero cuando, el otro lector, lo lee descubre que se han equivocado y que han colocado el contenido de otra novela.
Esa persona no se molesta sigue leyendo y acaba la lectura para darse cuenta de que está incompleta y le falta el final –instintivamente abres el libro en la última hoja para asegurarte de que dice FIN; respiras aliviado cuando lo ves en negritas – entonces sigues leyendo que el otro lector va a reclamar a la librería y de esa forma comienza la metaliteratura.


Según Darío Villanueva, la metaliteratura se puede definir como “el discurso narrativo que trata de si mismo, que narra como se está narrando”; dicho en términos universales la metaliteratura es la literatura que trata de literatura.  Y allí estas, tú, leyendo sobre un lector que compra un libro y las interrupciones que tiene que sortear al decidirse leer si una noche de invierno un viajero y ahora te toca a ti.


Para leer clic aquí.


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"Ozo" feliz L de 5 mim
®© Publicado previamente en P.D.F.

Carta de despedida.

(Fragmento)
Este es el escenario que escogí para poder hablarte.

Confieso que los últimos 43 días tan llenos de movimiento, cambio y palabrería me llevaron a desear un tanto de silencio.  Cuando me leas ya habrán pasado más de 43 días y también mis funerales. 
Confieso que en el transcurso de estos  interminables días he ocultado mi muerte tan magistralmente que no será visible hasta que ya esté en un punto irreversible,  si en el transcurso no ocurre un milagro y espero que no ocurra ninguno.  
Confieso que he mirado a la muerte cara a cara y no sentí temor. Soy tan amigo de la muerte como lo soy de la vida, por que veo a la muerte como parte de la vida; no como la parte final. La Muerte no me impresiona como algo definitivo. Sólo es la última escena del acto único; de una comedia que se representa eternamente.  
Confieso  que al mirar a la Muerte cara a cara; descubrí que se trata de una cara cordial, de una bondadosa, triste reacia, que sabe que no es bienvenida, pero tiene que desempeñar su papel cuando le dan el pie para tomar su bocadillo, y confieso que las palabras, que le arranque a fuerzas de su silencio, fueron: Vamos esto no puede ser tan grave, no temas, comprendo tus sentimientos pero… ¡vamos! No temas a la Muerte, No luches contra la muerte, no seas enemigo de la muerte, sé tan amigo de la muerte como de la vida.

Confieso que cuando nacemos lo único que logramos es nacer para la muerte.

Vladímir Sergéevich Drejman
* Ufa, Russia. 8 de octubre 1976
† DF, México. 21 marzo 2011




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Fragmento  tomado de su carta de despedida