Acaba de iniciar la cuaresma. Me ha tocado ver como las personas portan su insignia sobre la frente como si les diese cierto poder; y yo pienso: ya pueden ser considerados parte de los sacrificios que se harán durante 40 días.
Me ha tocado ver a dos niños pintarse el rostro con un marca textos azul pálido, se divertían bastante sin reparar en que las 5 personas las observábamos intentando descifrar esa confianza a ojos cerrados de pintarse el rostro con el yo creativo que florecía en el momento. De la nada se subieron muchas personas con la frente marcada y desaprobaron con sus miradas las acciones de los niños... apareció el pecado, la condena, la desaprobación y la prohibición.
Según lo que sé, hoy da inicio una cuenta exhaustiva y rigurosa donde por 40 días (con sus respectivas noches) el humano creyente* decide abstenerse de algo para sentir lo que Jesús sintió durante 40 días en el desierto. Muchos deciden no fumar, no tomar, no comer carne, no ver tele; llenarse de prohibiciones que tras pasar la cuenta volverán a formar parte de la vida humana.
Me pregunto por que no cambiamos esas prohibiciones por otras mejores, por unas que no sean un calvario y que no solamente sean durante cuarenta tormentosos días y noches; pienso en un cambio que modifique nuestras vidas.
Mi cuaresma (y más que cuaresma mi propósito) consistirá en no enojarme cuando las cosas no salen bien, en no explotar cuando las personas que me rodean, en sonreír ante la espontaneidad de los que aún somos niños, mi cuaresma consistirá en no permitir que se me borre la sonrisa de niño jugando con pinturas.
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Un agradecimiento especial a El Maquinista
por compartir esa otra mirada a los sueños.
* No soy católica, así que no practico los miércoles de ceniza; en casa somos vegetarianos así que practicamos la abstinencia de carne todos los días.
Gracias por compartir tu blog. Y por honrarme con tu dedicatoria. Un abrazo.
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