miércoles

De cronopios y famas

Por no decir: De putas y letras.
(Texto para ser leído por la voz de Cortázar)


Acaso ser puta sea algo así como la festividad del desconsuelo, 
éxtasis agazapado que no cesa de manar una lágrima seminal. 
(Rosa negra y vúlvica que florece en los páramos de la muerte, 
mariposa de la carne que anida y revolotea en los coágulos de la sangre). 

Más que fiesta, borrachera de los sentidos. 

Turbia, viscosa y acaso sombría borrachera.
 O más que borrachera, perenne resaca a secas.
 Ingreso, de tajo y al borde de alguna madrugada arenosa y afónica, 
a un mundo donde idéntico aroma posee el rocío y el reptil, 
el pétalo y la menstruación. 

Es como si de pronto, por razones impuestas, 

se te obligara a ver el mundo horizontalmente.
Horizontalidad crasa y cruda y además con un peso extra encima.
 Eso es el oficio. 
Te bañás, te arreglás, salís y, plaz, un bulto callejero que cae, 
hurga, te penetra y te obliga a alterar la ruta de los ojos en cualquier colchón mullido o mugroso. 
Arriba, abajo, a los lados, girando, inmóviles, entrecerrados, 
leyendo la Extra, hojeando Vanidades, en fin, según el ritmo, 
la dirección, la velocidad que disponga el instinto. 
Es decir, el instinto del precio, siempre el precio, claro está.

Pero he ahí que también llega la muerte 
deslizándose en el filo de un cuchillo delirante, 
en la ajada máscara de algún demente nocturno e impune. 


Porque he aquí que de pronto, 
por el sortilegio del cine, la industria en serie o la globalización, 
(inserte aquí el nombre del lugar), 
esa cagada de mosca casi invisible en la vitrina del mundo, 
aporta por estos días su cuota de animalidad universal, 
su racimo de odio al concierto mundial del crimen...





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