miércoles

Fortaleza


Te seré sincera, desde que llegaste hiciste de mi corazón un lugar que solamente fue habitado por ti; allí estaba tu casa y tú eras el único que tenia llave. No entraba ni salía nadie más. Cuando te fuiste comenzó una lluvia que no paró de arreciar; ahora, cada vez que llueve mi corazón hace una pausa (tal vez recordando la lluvia que me llevó hasta ti) antes de seguir latiendo entre suspiros.

Claro que habrá otros temporales; después de la lluvia siempre sale un sol de esperanza. No estoy muy segura de saber, ¿por qué decidiste irte tan vacío dejándome tan llena?. A veces creo que la respuesta se reduce a que tú seas quien cinceló un mapa del amor por todo mi cuerpo y por eso mis campanas suenan ante el mínimo recuerdo de tu nombre. 
Disculpa, sé que es arriesgarme demasiado; podría esta carta ser leída por alguien que no entienda las fronteras del alma y todo terminará en el mar de Galilea pero, esta vez, sin profeta que ordene silencio y sé que tu nueva familia no lo entendería. 

Disculpa el atrevimiento, disculpa no escribir antes; pero hasta ahora he reunido el valor y la fuerza. Disculpa que ahora sea un poco distinta, yo misma sé que no soy la misma; esta vez la tormenta me hizo una sobreviviente más fuerte.

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