miércoles

Ruptura


La infanta ya avienta los juguetes de antaño, 
ha sustituido la paleta por el labial rojo 
y el beso de sabor algodón azucarado 
por el sabor momentáneo de placeres extraños. 

Sus ojos cambiaron 
la inocencia por unos cuantos obsoletos regalos; 
los vestidos se han quedado empolvados, 
mientras que con descaro se desnuda frente a un extraño.



Llegara el día en que la infanta ya no se desnude; 
el día en que al andar desnuda buscara en los regalos, 
los ojos y los besos de los extraños, 
la calidez de aquella habitación donde la concibieron.

Solamente encontrará el reflejo de su acabado cuerpo,
la rodearan las sombras del tiempo; 
su alma llorará hasta morir y anhelara ser la mujer, 
que del otro lado, 
aún no ha derramado una lagrima por el bestial humano 
y sigue besando sapos encantados.


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